Cuando el dolor ajeno nos alcanza: Trauma vicario en quienes cuidan

En medio de tragedias colectivas, como las que hemos vivido recientemente, hay un grupo de personas que sostiene en silencio el peso del dolor ajeno: rescatistas, voluntarios, trabajadores sociales, médicos, paramédicos, psicólogos y muchas otras manos que ayudan.

Cuando acompañamos el sufrimiento de otros, incluso sin haberlo vivido en carne propia, nuestra mente y nuestro cuerpo pueden comenzar a reaccionar como si ese dolor fuera nuestro. Eso se conoce como trauma vicario.

No se trata de debilidad, falta de preparación o sensibilidad excesiva. Es una respuesta humana, natural y empática. Escuchar relatos desgarradores, atender situaciones límite, ver escenas difíciles o sostener el llanto de quienes perdieron todo, deja huella. Una huella que, si no se nombra y se atiende, puede convertirse en desgaste profundo, insomnio, ansiedad, irritabilidad, desconexión emocional o una sensación de vacío difícil de explicar.

En estos días, en los que el país entero parece estar haciendo duelo, es urgente recordar que quienes cuidan también necesitan cuidado. Reconocer el impacto emocional, hablar de ello sin culpa, buscar espacios seguros, tomarse pausas y permitir el descanso, no es egoísmo: es sostenibilidad.

A veces, lo más valiente no es seguir adelante sin parar, sino detenerse a respirar, sentir y pedir apoyo.

Porque cuidar del otro no debería significar olvidarse de uno mismo.

Dra. Nicole Ottenwalder

Psiquiatra. Egresada como Doctora en Medicina de la Univeridad Iberoamericana (UNIBE), también Especialista en Psiquiatría (MIR) del Germanes Hospitalaries, Hospital Sagrat Cor, Serveis de Salut Mental en Martorell, Barcelona, España y Médico Asistente de la Unidad de Psiquiatría de Enlace del Servicio de Psiquiatría del Institut Clínic de Neurosciènces (ICN) del Hospital Clínic de Barcelona, España.